Fernando Delgadillo – Intrusiones de 10 mozos

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Revise el ministrilete
y la manera como actuo;
vi que tuvo algo de suerte
y con engaños me enredo
Pero me dije en secreto:
‘ahora no lo dejo hablar
vamos a acosarlo, si,
hasta que empiece a confesar
que no es de ninguna forma
un sabio, sino un charlatan’
Y al final de sus cantares
yo fingi una falsa tos,
le robe algunos aplausos
y exclame con recia voz
-Dire lo que opinan todos;
pero ?que escuchamos, saco?
diantres, que ha llevado usted
una vida de bellaco
Nada tiene de ejemplar
su existencia aventurera,
como no sea el espantar
al niño que va a la escuela,
lo que le puede pasar
si no cumple sus tareas
Bochorno deberia darle,
y habla de conocimientos,
de lecciones; y aun le aplauden,
pamplinas sin fundamentos
Ha faltado a esta asamblea,
ya solo para acabar,
que se estiren las orejas
y empiecen a rebuznar
Asi que en este momento
le ruego tome sus cuentas,
ense?anzas y canciones,
para que tome el camino
por el rumbo que ha venido,
como vino a dar lecciones
que nadie le habia pedido
Ande ya, vuelva al sendero
de la perdicion sin demorar;
no necesitamos, gracias,
sus lecciones, por ahora
El bribon cruzo los brazos
y ya no me cupo mas duda,
y dije: -me supongo que
tal vez necesita usted ayuda
y a la gente hice notar
que precisaba voluntarios
Vinieron diez mozos fuertes,
me cogieron entre varios
para arrojarme a la fuente
y desoir mis comentarios
Yo vole como un palomo
no me alcance a resistir;
y luego rugio un gran coro:
-Cese ya de interrumpir
Mas yo no habia dicho todo,
asi que me puse en pie
con porte altivo y bizarro,
y de pronto ?achu!, estornude,
presa de un fuerte catarro
-Asi que ?achu!- Comence-
Dijo usted que ?achu, achu!
?A quien pretende engañar?
Y el me dijo:
-Salud oiga, pare ya de estornudar,
?es alergia?
-No, catarro-Conteste
cuando sacaba
de la chaqueta el pa?uelo
que mi nariz precisaba
-Espero no intente usted
sonarse aqui, frente a todos
-Dijo y agrego discreto:
-Mostraria muy malos modos
-?Caramba! con su permiso
-me excuse- Tiene razon,
un publico distinguido
siempre exige educacion;
no tardo ni un momentito
Y me escurri con sigilo,
intentando al retirarme
el pasar inadvertido
El asintio comprensivo
mientras desvio la mirada,
para examinar sus dedos
de u?as algo maltratadas
Luego, reviso la suela
de su bota agujereada,
y por ultimo a una piedra,
le dio una buena patada
Yo me sone la nariz
con seis fuertes bocinazos
La gente fingio no oir
mientras se cruzo de brazos
Volvi un poco arrepentido
pero bastante aliviado
y ocupe un modesto sitio,
aun timido y remojado
-Ande, venga, cuente usted
algo que nos quiera contar
Dijo alguien, y yo agregue:
-Conde Bruno del Bre?al
Que al escucharse nombrado
recobro la compostura;
se irguio y exclamo arrogante
con soberbia y apostura
-Conde Bruno, conde Bruno,
conde Bruno ese soy yo:
Asi me decia una princesita
que me conocio
Ni son quien para saberlo,
ni debia contarlo yo,
pero cuando era un mancebo
mis amores tuve con la hijita
casta y consentida
de incauto señor feudal
Que se iba de caceria
dejando libre el lugar
que un ufano, si es galano,
siempre puede aprovechar
De modo que asi comienza
y para su conocimiento
esta historia que no es cuento,
aunque alguno asi lo piense
La princesa ha estado triste,
que triste, triste no estaba,
pera la falta de sueño
la tenia desmejorada

 

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